El otro mundo ya existe
Eduardo Vieira *
*Facultad de Psicología – Universidad de la República Oriental del Uruguay.
Autopresentación: Mi interés en este trabajo es traer voces, experiencias, saberes, vivencias, de esa gente de la que los expertos hablamos e intentamos “sanar”, que en muchos casos significa, “aliviar” de los efectos de la exclusión. En ese sentido traemos a colación en el trabajo, otras experiencias del trabajo con la gente, que permiten ir contando de estos tránsitos hacia liberaciones.


Habitante de la aldea global me presento ante ustedes, llego de lejos donde los niños tienen hambre, los viejos apresuran juventudes, los amantes se separan sin amarse; traigo perfumes sudacas, dispuesto a mezclar esencias latinoamericanas. Vengo de ese Uruguay tan chiquitito que a veces cabe resumido en fútbol, mate, McDonald y en vacas o, a veces, en Punta del Este magnífico en su opulencia extraña. Declaro mi prosa
reversible para leerla en noches de orgasmo o espasmo, próxima a la denuncia o al descanso, demente de silencios, eufórica de halagos, postmoderna en discurso, primitiva en afectos.
Llego y digo que concurro a otros versos y sueños. Viajo despierto porque dudo de que otro anhelo se encuentre con mi anhelo; Benedetti me alisa las arrugas, Cortázar pone humo a mis neblinas, Onetti empuja desde el pozo, García Márquez agrega otra soledad a cualquier letra, Jorge Amado condimenta con clavo y canela un beso prolongado o un llanto descubierto. Habitante de Uruguay y de esta aldea, construyo un par de pequeñas alas para con ellas volar unidos…Comenzar un ensayo partiendo de poesías propias, no resulta demasiado formal o pertinente a la costumbre académica, tal vez por eso así comienza este planteo para compartir:
“Pensar y construir aportes a una psicología de la liberación implica tomar en consideración la construcción de una psicología liberada, una psicología que apueste a de-construir epistemes y metodologías endémicas que organizan la legitimación de discursos y prácticas que nos des-legitiman”.(1)
“No apunto a ser especialistas de la liberación manejando la teoría como un partido de fútbol o un campo de batalla. Al estar afiliado a una corriente psicológica descarto a las otras como falsas, impertinentes y, en extremos, como enemigas de mis prácticas y mi ideología” (2))
“No sean los conceptos los que convoquen a la realidad, sino la realidad la que busque a los conceptos; que no sean las teorías que definan los problemas de nuestra situación sino que sean esos problemas los que reclaman y, por así decirlo, elijan su propia teorización. Se trata de cambiar nuestro tradicional idealismo metodológico en un realismo crítico”. (Martín-Baró 1998 (3)
“Cuando desde las prácticas cotidianas recorremos diversos espacios donde trabajamos con y para la gente, sabemos que ese otro mundo ya existe, no es una posibilidad; se da constantemente en la solidaridad de un plato de comida compartido, en la pregunta nueva sobre una injusticia vieja, en tareas y productos alternativos que se construyen constantemente y en la de-construcción de naturalizaciones y afirmaciones globales del mundo globalizado. La justicia es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos. Mons Arnulfo Romero (4)
Paso a explicar las anteriores 4 formas de ver la situación:
1. Hace seis meses que está sin trabajo, viene a los cursos de re-capacitación para agarrar tres mangos y decir que está haciendo algo. Sabe que afuera no lo espera ningún laburo. Su esposa está por parir, hace cuatro meses quedó desempleada en el supermercado donde trabajaba. Él tiene 41 años y estuvo pensando en agarrar un fierro para afanar en un ómnibus. Él me decía: Mirá, está todo bien esto del curso, pero ¿después que termine, que hago?, ¿dónde busco trabajo?, hay días que no aguanto más la presión, me siento el último orejón del tarro.
2. Su grupo lo integraban hombres que iban desde los 20 a los 50 años aproximadamente. Algunos, en los inicios de la lucha por tener trabajo, otros -la gran mayoría- descubriendo que el país de las vacas gordas o la Suiza de América había sido una fantástica narrativa ya épica como el maracanazo y que ahora, luego de años juntando para la jubilación en el trabajo habitual con los viejos compañeros, estaban con las manos vacías (léase bolsillos desfondados) y muy poca esperanza. Y entonces, ¿por qué no agarrar un fierro…?



Dado que considero que la variación en las formas de decir, enriquece lo dicho, deseo en este momento agregar algo que desde mi narcisismo llamo poesía personal:
Un monumento puede aplastar la tierra, cerrar el futuro, clausurar los pasados posibles. Un monumento hace agotar vivir en padrenuestros, partir sin haber llegado. Un monumento dice donde construir respuestas sin haberse preguntado los nombres permitidos, los mitos obturados.

